
Desafortunadamente la hora llegó a su fin, y tuve que despedirme de las caras que aún, a pesar de los meses, no lograba aprenderme con exactitud.
Mi compañero de lo desconocido desapareció con sus zapatillas intencionalmente desgastadas, y me quedé pensando varios minutos.
Finalmente decidí, que había logrado adaptarme a las peculiares y agridulces formas de sus facciones.
Una lastima no verlo el fin de semana. ¿Cómo se llamaba?
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