Por ciertos instantes, mi vida era un espectro vacío que intentaba saciarse con la esperanza de otros sobre asuntos que me gustaría estar viviendo. ¿cómo concentrarme en lo obvio, si el detalle seguía deambulando por el aire con ese intenso olor que me llamaba de una forma tan atractiva como una sombra en medio de un caluroso verano?
La gente era tan estúpidamente feliz, tan feliz como a mi me gustaría serlo, pero el sufrimiento aveces tenía un dulzor especial del cual era difícil alejarse, alejarme... El sueño de algo casi imposible era aún más dulce que toda la realidad junta, revuelta y perfumada con ese perfume de frutilla que tanto me gustaba.
Todo sigue in-tacto.
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