el pan de cada día transformado en una situación cotidiana que envuelve el ambiente en una sinfonía de estrellas fugaces que llevan en un saquito polvo de interludios y momentos inesperados que se vivieron aprovechando que el sol no salía de las nubes grisáceas, sumado a la sensación de felicidad que me produce saber que hago bien las cosas.
No cambio nada, me quejo del frío y tomo leche con milo.
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